miércoles, 1 de julio de 2015

¿OBEDECER YO?

“La mujer que realmente conoce a Dios, sabe que la verdadera espiritualidad consiste en obedecer la Palabra escrita de Dios (la Biblia) y no en cultivar sus “sensibilidades espirituales” “ Deby Pearl

A muchas nos han hecho creer que espiritualmente somos mejores que los hombres, más consagradas, más llenas del Espíritu Santo, que siempre tenemos la razón, que nuestras oraciones son más fieles a lo que Dios quiere, que son más profundas, con mayor emoción y por supuesto que eso nos hace más santas, buenas y otras tantas cosas en las que nos creemos mejores.

Lamento informarte querida mujer que delante de Dios, no eres más o menos que ningún hombre. Nuestro Amado Padre Celestial nos hizo iguales ante sus ojos, pero con características y roles diferentes.

Dios nos conoce porque nos creó, Él sabe que necesitamos de mucha sabiduría para edificar nuestra casa, porque cuando somos necias podemos echar a perder sus planes en nuestra vida. “La mujer sabia edifica su casa;
más la necia con sus manos la derriba” Prov. 14:1. Y realmente necesitamos de mucha sabiduría para entender a un hombre, su ego, su corazón y sus necesidades apremiantes. Es la sabiduría divina la que nos permite no tomarnos como ofensa personal las decisiones que ellos toman que nos parecen injustas, egoístas o ásperas. Es la sabiduría también la que nos lleva a refrenar nuestra lengua y ser agradecidas cuando quisiéramos estallar con rabia.

Ser una mujer de honor es pedir el regalo de la sabiduría divina. Esa sabiduría nos lleva a conocer realmente la voluntad de Dios y esto es obedecerle.

Obedecer a Dios, obedecer su Palabra, eso significa TODA su Palabra, no una parte, ni lo que más se acomode a lo que queremos, sino ¡TODA!!! Así que cuando la Palabra nos dice que obedezcamos a nuestras autoridades, tenemos que hacerlo; cuando nos dice que respetemos a nuestros esposos, tenemos que hacerlo; cuando nos dice que debemos ser sabias,  pedir y anhelar sabiduría, tenemos que hacerlo!

No son las oraciones más largas,  ni el tiempo que vivamos metidas en el templo, o cuanto servicio prestamos,  no es si nos vemos o parecemos más espirituales, no es cuánto hemos logrado profesionalmente, o cuánto conocimiento tenemos, nada de eso es relevante ante Dios, sino obedecerlo.  La obediencia entonces que Dios desea, no está condicionada a si los demás (nuestro prójimo,  incluidos nuestros esposos, padres, hijos o hermanos),  son o no buenos, bonitos o se portan bien. La obediencia a Dios es sin condiciones y debe ser inmediata, gozosa y voluntaria.

Congreso “Mujeres de Honor” del 21 al 23 de Agosto de 2015 en +Iglesia Ammi  Mayores informes teléfono 3591555 celular 3001920398




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